Sobre Teoría tradicional y teoría crítica

If by enlightenment and intellectual progress we mean the freeing of man from superstitious belief in evil forces, in demons and fairies, in blind fate — in short, emancipation of fear — then denunciation of what is currently called reason is the greatest service reason can render.  - Max Horkheimer

En teoría tradicional y teoría crítica, Horkheimer se propone interpretar la disputa de mediados del siglo XX acerca de la hegemonía de la teoría tradicional y cómo la teoría crítica puede destruir esto. La teoría crítica, por tanto, se opone por completo a la teoría tradicional en varios aspectos que son analizados desde puntos de vista económicos, políticos, sociales y por supuesto, filosóficos.
Horkheimer comienza por describir lo que se conoce como una teoría y cómo este término puede ser adoptado de varias formas en su actualidad. Horkheimer define teoría como un conjunto de proposiciones acerca de un campo de objetos con una relación que permite deducir otras de ellas, acumulando saber de forma tal que se pueda utilizar para caracterizar el mismo hecho o nuevos hechos emergentes. A partir de las teorías se puede desarrollar la ciencia ya que las utiliza de forma sistemática para alcanzar una determinación de las proposiciones descriptivas del universo. Es necesario que la ciencia evite el dogmatismo, contradicciones, componentes superfluos y que exista en armonía con otras proposiciones teorizadas. Por lo tanto la teorización es de vital importancia para el desarrollo de la ciencia. Este concepto de teoría es funcional tanto en el ámbito de las ciencias naturales como en el de las ciencias sociales.
Esta forma de entender a partir de la teorización del universo es muy útil para ahorrarle muchos pasos al observador y en su debido momento al científico. El investigador utiliza sus proposiciones generales para hipotetizar nuevos eventos que pudieran surgir. Aquí él hace una distinción muy importante en cuanto a la forma en que puede ser utilizada la teoría del universo. El sociólogo fenomenológico podría pensar que tras comprobar una ley, la esencia de los eventos posteriores se comportará de acuerdo a ella. Pero es importante resaltar que pueden, siempre, existir nuevas teorías que en vez de ser alejadas a la ley comprobada, sean una nueva forma, en esencia, de la misma y que contradigan lo antes teorizado. Por lo tanto, la teoría preestablecida, son probabilidades de que el evento se repita, pero esto siempre puede ser, por su mismo carácter probabilístico, incierto. El científico considera la esencia de la teoría como realidad de su teoría inmediata, pero esto sólo cosifica la teoría, la idealiza, le quita su historia y la vuelve eterna.
La historia y la situación social respectiva determinan la transformación de las estructuras científicas y las teorías. Todo lo que acontece en la sociedad modifica las viejas clasificaciones o las destruye por completo, dando lugar a nuevas que conformarán el mundo desde este nuevo estado del pensamiento. La relación que aquí existe ya no es por tanto con el científico en sí, sino con toda la sociedad. Esto materializa el pensamiento para aportar nuevas teorías y las nuevas teorías materializan nuevos eventos en la sociedad. El pensamiento positivista y pragmatista de finales del siglo XIX parece interesarse principalmente en esta cuestión, ya que el trabajo teórico se puede materializar en la sociedad a partir de la industria. El utilitarismo científico encuentra un punto para que la predicción de hechos tenga una aplicación útil, tangible y real para la sociedad. El científico, en este sentido, debe clasificar hechos en categorías conceptuales y disponerlos de forma que los demás actores de la sociedad los puedan dominar y utilizar.
Esto por supuesto ha servido de base para que el capitalismo encuentre un sustento teórico en lo que se hace por dinero. El científico burgués disfruta este tipo de encuentros entre la teoría y la práctica porque representan la conciencia falsa del ser y del individualismo de él mismo. Según ellos, al producir, se es soberano de la creación del pensamiento; es una ilusión de independencia que los lleva a ser eternos en un ideal sistema unitario de la ciencia todopoderoso. Pero esto entraría en conflicto con la capacidad de producción que él mismo está buscando. La producción es producción de unidad y esa misma producción se convierte en el producto. Todo esto a costa de los valores numéricos irreductibles que intenta, el científico burgués, dar a todo lo que a la naturaleza y por tanto, a la sociedad, atañe.
Ante esto Horkheimer hace una aclaración muy importante que comienza la discusión del ensayo: “El autoconocimiento del hombre en el presente no consiste, sin embargo, en la ciencia matemática de la naturaleza, que aparece como logos eterno, sino en la teoría crítica de la sociedad establecida, presidida por el interés de instaurar un estado de cosas racional.” Esto conlleva un problema más grande. El pensamiento ordenador del mundo de cada individuo se logra al momento de conjuntar y acoplar las relaciones sociales que ha tenido durante su existencia; esto le da su individualidad. Pero este mismo mundo es también producto de la praxis social general en la que está inmerso. El individuo y la sociedad quedan diferenciados y a la vez unidos de esta manera en un círculo que no pueden negar. La pasividad y la actividad no representan para el individuo lo mismo que para la sociedad. La elaboración teórica es llevada por el individuo en condiciones y conceptos humanos de su propia historia pero la praxis se desarrolla en la sociedad a partir del saber disponible y aplicado que surgió del individuo. El mundo objetivo, del cual se emiten juicios diariamente, es realmente determinado por una actividad del pensamiento subjetivo de cada individuo. Toda esta contradicción social es explicada como la acción conjunta de los hombres en sociedad que permite la existencia de razón pero que les produce una absurda miseria incapaz de evitarse. La relación entre actividad y pasividad, entre objeto y sujeto, no es una insuficiencia subjetiva, sino una acción realmente necesaria en nuestra sociedad.
Más adelante, Horkheimer hace un análisis más detallado hacia la condición económica, social y política del capitalismo y de la formación de las teorías bajo este régimen. Él menciona que el desarrollo está determinado más por una competencia de cabecillas de estado buscando una mejora en los productos y en la producción de los mismos y, por tanto, cada vez menos se utiliza el pensamiento teórico y su facultad de pensar prescindiendo de su forma de aplicación. En cambio el quehacer intelectual especializado en un sistema tradicional se representa como un instrumento material de producción incluso siendo muy cómoda su participación en el mecanismo global del capitalismo utilitario. El científico burgués plantea nuevos problemas y modifica nuevos conceptos siempre y cuando parezca necesario sin afectar de más el sistema preestablecido. De esta manera se legitima a partir de los logros tecnológicos e industriales que se presentan y sigue funcionando con mucha seguridad. La ciencia especializada pertenece y contribuye al sistema digamos de forma incógnita, ya que es una actividad específica productiva y valorizada monetariamente, cuando en realidad cualquier actividad que contribuye a la sociedad no debería ser incondicionalmente lucrativa ni remuneradora de dinero.
La teoría crítica relativiza estos conceptos pero no puede desarrollarse a menos de que la razón del ser humano individual se relativice de la misma forma. Esto permitiría que la sociedad propiamente participe de una relación para y con el individuo, se desarrolle de una forma distinta, racional y nada mecanicista. Pero por esta misma relación la razón no puede hacerse comprensible a sí misma mientras los actores individuales actúen como parte de un organismo irracional.
El pensamiento crítico contiene un concepto que se contradice consigo mismo mientras no se halle esa identidad racional, pero en cuanto se logra, se modifica en conjunto debido a la misma relación que lo puede llevar en el sentido opuesto. La actividad intelectual y material del ser humano, se mantendrá, pero la direccionalidad del movimiento como sociedad podría ser totalmente distinto.
En la realidad social la actividad de pensar nunca se ha mantenido inherente sobre sí misma. Siempre se ha imaginado al pensamiento como un proceso independiente del trabajo que tiene una tendencia propia guiada por la sociedad. Recordando la idea de que hay una correlación entre individuo y sociedad, el hecho de que se piense el trabajo es tan necesario como que se trabaje el pensamiento, todo en conjunto en esta relación incambiable. Aún así, el trabajo se concentra como un poder fabuloso y redituable que encuentra del otro lado de la balanza una impotencia intelectual que lo detiene. Dice Horkheimer: “Los hombres con su mismo trabajo, renuevan una realidad que, de modo creciente, los esclaviza”. En cuanto a la experiencia existe una diferencia sustancial entre la teoría crítica y la teoría tradicional; y agrega: “La producción no está orientada hacia la vida de la comunidad, contemplando además las exigencias de los individuos, sino que se dirige en primer lugar a las exigencias de poder de los individuos, contemplando también, en caso de necesidad, la vida de la comunidad”. Así los individuos sólo se preocupan por sí mismos y no por la sociedad.
Los individuos intelectuales tienen una problemática aún mayor. En muchas ocasiones, agradecen y veneran la fuerza del proletariado contentándose con adaptarse a él sin dedicarse a un esfuerzo teórico conformador para evitar confortamientos debido a su propio pensamiento. Esto vuelve a las masas más ciegas y débiles y las esclavizan aún más de lo que ellos mismo proclaman no querer hacer.
La teoría crítica es la que puede llegar a cuestionar todas estas cosas que la ciencia, desde el burgués, no puede o no quiere ver. El papel positivo en la sociedad en funcionamiento, su relación con la satisfacción ilusoria de la comunidad y su supuesta renovación diaria llegan a ser pretensiones de la teoría tradicional que la teoría crítica sí procurará eliminar. La teoría crítica no funciona al servicio de la realidad ya existente, sólo la descubre sin secretos. Pero esto puede ser peligroso para la sociedad preexistente. El teórico que procura apresurar el desarrollo hacia una sociedad más justa, al mismo tiempo se opone a muchas opiniones que le funcionan al proletariado. Este conflicto es necesario para que se pueda desarrollar la sociedad pero a la vez la desestabiliza para lograrlo. Entonces, la respuesta podría estar en la educación.
La educación permite una visión del conjunto más amplia. Una inteligencia constitutiva de la sociedad permitiría el autoconocimiento abstracto de la misma, tanto por parte del proletariado como de los científicos e intelectuales. Pero esta idea de inteligencia está en contraposición con la teoría crítica en cierto sentido. La teoría crítica no puede estar ni arraigada como un totalitarismo, ni tiene libre fluctuación como un liberalismo; se encuentra siempre a la mitad, sin ideas misioneras ni de establecimiento dogmático. La teoría tradicional define conceptos universales, se establecen jerarquías de subordinación y no se consideran cambios abruptos. A pesar de que se den pequeñas variaciones nunca se encuentra una pérdida de identidad de las teorías ni de sus objetos de estudio. La teoría crítica, en cambio, afirma que los seres humanos pueden cambiar el ser tanto propio como ajeno. No sólo se agota en la relación de los objetos y su realidad con las hipótesis que surgen de ella sino que llega hasta la forma de operar de estas. La teoría crítica altera y se desarrolla fuera de la tradición. La educación y la inteligencia, por tanto, deberían de ser aprendidas bajo estos términos para que se pueda continuar este recambio del pensamiento.
La oposición de la teoría crítica, aún así, debe deducir sus enunciados de conceptos universales básicos ya que es necesario para su propio reproche. La teoría crítica busca la libertad pero es una idea de libertad idealista que sólo existe dentro de los humanos que la piensan. Hay una necesidad de existir dentro de la naturaleza que no se puede evitar y por tanto se es libre dentro de esta limitación. Los científicos, como seres racionales, también son impotentes y aislados en la medida en que deben ser consecuentes con el pensamiento que ellos mismos desarrollaron; no existe autonomía. Esto lleva a una hostilidad en contra de lo teórico en general, porque describe realidades que no son satisfactorias desde un pensar crítico. Se forma un temor inconsciente de que este pensamiento teórico crítico pueda hacer parecer equivocada y por tanto destruir la adaptación conseguida con tanto esfuerzo de la realidad. La teoría crítica se desarrolla entonces en contraposición al positivismo tendencioso y esto produce un miedo incipiente en la sociedad. La teoría crítica no tiene una direccionalidad, sus transformaciones no condicionan ninguna posición predicha pero sí es evidente que al momento de desarrollarse también realiza un cambio social inminente. La sociedad tiene que cambiar para que la teoría cambie y viceversa. Los rasgos decisivos de su contenido, no cambiarán hasta que no se produzca una transformación histórica. Esto es muy controversial para Horkheimer ya que implica la destrucción cultural y sus relaciones sociales. No es posible modificar una sociedad si no se modifica su cultura pero esto puede llevar a que los mismo seres humanos que se encuentran en ella se sientan atacados por la teoría, no positivista, que intenta, por su esencia inherente, modificar su pensamiento preestablecido.
Ante todo esto Horkheimer continúa diciendo: “La construcción de la sociedad según la imagen de una transformación radical que aún no ha pasado la prueba de su posibilidad real carece, por el contrario, de la ventaja de ser común a muchos sujetos. El anhelo de un estado de cosas sin explotación ni opresión, en el cual exista un sujeto abarcador, la humanidad autoconsciente, y se pueda hablar de una formación unitaria de teorías, de un pensar que trascienda a los sujetos, ese anhelo no es todavía su realización”. Nos encontrábamos, en su época y según Horkheimer, muy lejos de lograr la construcción de esta sociedad basada en la teoría crítica, e incluso ahora no parece estar mejor. El futuro de la humanidad (que puede ser nuestra actualidad), según Horkheimer, depende del comportamiento crítico y de la teorización de la misma manera. Este comportamiento dependerá del entendimiento de las teorías tradicionales y de la cultura decadente, pero deberá encontrarse a sí misma dentro de esta crítica. Deberíamos de haberla encontrado hace tiempo, deberíamos ya tener una ciencia que no sólo vea a la praxis inherente y a la cuál sirve como algo fuera de ella. Una ciencia que no se satisfaga con la separación del actuar y del pensar sino que se entienda como una servidora de esta capacidad de unión y como una fuerza transformadora de la sociedad. Una ciencia no con un pensamiento conformista y fijo que renuncia a la esencia misma del pensar sino una ciencia que ayude al recambio y mejoramiento de la conciencia social.


Como un antagonista del pensamiento Heideggeriano se presenta el pensamiento de la escuela de Frankfurt. En lo personal las ideas filosóficas de esta escuela me parecen mucho más comprometidas con mi propio pensamiento. La ciencia, y en general el pensamiento filosófico, científico y artístico, deberían ser críticos del mundo preconcebido y de lo que ya se encuentra enajenado dentro de un sistema político, social y económico que no cambia y se dogmatiza en un pensamiento que sirve para aventajar sobre los que tienen menos. 

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