Sobre Tractatus logico-philosophicus
El Tractatus logico-philosophicus de Ludwig Wittgenstein intenta llegar a la verdad última del conocimiento primordial humano, es decir, de la lógica. Este tratado, por
su profundidad, objeto y planteamientos, merece ser considerado como un escrito
de suma importancia para el mundo de la filosofía. Partiendo del simbolismo
típico de la filosofía tradicional desarrolla una crítica importante a sus
principios que lleva a determinar lo mal que se había desarrollado hasta ese
momento la lógica filosófica. Es importante mencionar que la estructura del
escrito le da una característica muy interesante ya que intenta desarrollarse
dentro de lo mismo que él critica pero, a mi parecer, sale librado sin
problemas de esto. El delimitar su escrito en proposiciones cuando, el mismo
problema básico del que habla, es la estructura lógica de las proposiciones, me
parece una forma muy ingeniosa de lograr la aceptación de su escrito y de que tome
un peso distinto a cualquier otro escrito de lógica filosófica antes hecho.
En primer lugar trata de
las estructuras de las proposiciones, definiendo a qué se refiere con que una
proposición sea verdadera o falsa y a qué hace referencia esto, qué acaecen las
proposiciones lógicas. Lo principal que busca en este sentido es encontrar qué
proposiciones podrían crear un lenguaje lógicamente perfecto. Encontrar qué
relaciones debe haber entre los hechos reales, las proposiciones que los
describen y la simbología que debe ser usada, es decir, cómo hacer que una
proposición simbológica signifique algo suficientemente definido.
La lógica debe tratar un
problema muy importante que es el bagaje del lenguaje. Nuestro lenguaje
práctico no suele ser preciso ni estructurado. Lo importante es que el mensaje
sea transmitido. Pero en la lógica no se puede ser impreciso o el lenguaje
formal que debe utilizar pierde sentido. La lógica tiene reglas que permiten
los sinsentidos y un lenguaje y significados únicos. Wittgenstein analiza las
condiciones para tener un lenguaje lógicamente perfecto. Algo muy interesante
es que no trata de imponer un lenguaje como si fuera el único real, sino que
describe cómo el lenguaje lógico debería ser para ser perfecto o
satisfactoriamente correcto dentro de sus limitaciones y siempre y cuando uno
lo requiera y decida utilizar.
La función principal del
lenguaje es afirmar o negar los hechos, es decir, crear proposiciones falsas o
verdaderas del universo que nos rodea. Pero para esto es necesario conocer el
significado de las palabras que lo componen. El primer requisito que plantea
Wittgenstein para un lenguaje ideal es que sólo exista un único nombre para
cada elemento y que éste nunca se repita. En un lenguaje
perfecto todos los elementos tendrían un nombre simple y se irían
uniendo para formar nombres complejos, pero en la lógica muy a menudo sucede
que un complejo tiene un símbolo simple, lo cuál hace que el lenguaje pierda
perfección. Esto hace que la mayoría de las proposiciones lógicas pierdan su
sentido, no es que sean falsas y que no se deban responder, sino que se debe
establecer su sinsentido para poder corregirlas.
Una forma interesante de
describir la complejidad de este problema es cuando se piensa la lingüística
como la geometría. Una figura puede ser proyectada de varias formas, así cómo
los hechos. Pero a pesar de la proyección de esta figura, sus propiedades figurativas
se mantienen inmutables, eso es lo que hace que esa figura sea esa figura en,
digamos, diferentes lenguajes. En la lingüística sucede lo mismo cuando
pensamos en las proposiciones que describen los hechos, pueden tener diferentes
proyecciones pero en esencia describen el mismo hecho inmutable. Entre el hecho
y la proposición hay una figuración lógica, una relación de representación del
hecho. Wittgenstein dice que todo lo que es propiamente filosófico pertenece a
lo que es común al hecho y a la figura lógica, es decir, sólo a lo que puede
expresar y no más. Por lo tanto nada exacto se puede decir en la filosofía. Las
proposiciones filosóficas no deben describir los hechos, no son una ciencia
natural. Toda proposición filosófica es, por lo tanto, un error gramatical,
sólo sirve para esclarecer las proposiciones correctas y elucidar la manera de
proponer las proposiciones. La filosofía debería delimitar con precisión los
pensamientos para que no sean opacos y confusos.
Estas ideas en el
pensamiento de Wittgenstein pueden ser muy severos pero lógicamente tiene mucho
sentido. No intenta decir que la filosofía no sirve si no que la filosofía
debería tener un propósito distinto al que algunas personas piensan.
Tratando de exponer un poco
más su visión del mundo retomaré su concepción de los hechos. El mundo está
compuesto por hechos que estrictamente no se pueden definir pero de los cuales
sí se puede hablar por medio de proposiciones, además de poder explicarlos
admitiendo que los hechos pueden ser verdaderos o falsos. Los hechos pueden ser
atómicos si estos no están formados por más hechos. Por ejemplo en la
proposición <Sócrates es un sabio ateniense>, <Sócrates es sabio> y
<Sócrates es ateniense> pueden fungir como hechos atómicos que tengan
partes constitutivas simples o complejas. Así es como se desarrolla la lógica.
No a partir de hechos que se desglosen hasta encontrar los hechos atómicos que
los componen si no en el entendimiento de que los elementos constitutivos
guardan cierta relación entre ellos en el mundo y que eso es lo que nos permite
comprenderlos y aseverarlos o negarlos como hechos del mismo. Para esto,
entonces, es necesario en lógica nombrar los simples y sus conectores para
poder entender la complejidad del mundo.
Según Wittgenstein el mundo
estará totalmente descrito si todos los hechos atómicos se conocen, aunque yo
difiero y agrego que también se deben de conocer todas las relaciones entre
ellos. El simple hecho atómico, por más complejo que sea, necesita de la
comprensión de la relación total de todos estos hechos porque también forman
parte del mundo. Una vez que se conocen todos los hechos atómicos, dice
Wittgenstein, cualquier proposición puede ser teóricamente inferida, es decir,
podría proponer todas las proposiciones atómicas que aseveren todos los hechos
atómicos del mundo. Las proposiciones atómicas no están relacionadas per
se al igual que no todos los hechos atómicos están relacionados per
se, no son compatibles entre ellas. Así, todo el problema de la inferencia
lógica hace referencia a las proposiciones no atómicas. La inferencia lógica se
fundamenta en la construcción de las funciones de verdad. la función de verdad
de una proposición p es una proposición que contenga a p,
de modo que la verdad o falsedad de p dependerá únicamente de
la verdad o falsedad de p. Esto implica que podemos definir
las funciones de verdad de modo general para obtener una definición general de
todas las proposiciones no atómicas. Pero, si se puede alcanzar la generalidad
de las proposiciones no atómicas, entonces, es posible derivar las
proposiciones no atómicas de las atómicas por un proceso que describe
extensivamente. Wittgenstein logra simplificar la teoría de la inferencia
lógica en este sentido. El método diseñado por él le permite decir que todas
las proposiciones pueden construirse a partir de las proposiciones atómicas y
que así, se pueden definir todas las proposiciones del mundo.
El hecho de que todo pueda
deducirse a partir de las proposiciones atómicas tiene gran relevancia en la
lógica ya que pone en contradicción ideas de interés lógica, como la
causalidad. Todo lo que pueda suceder a futuro es una hipótesis, no se puede
estar seguro de que sucederá, ya que no hay necesidad de que una cosa suceda
porque otra sucedió.
Otra cosa interesante que
menciona es el tema de los nombres. Según el autor no hay ningún medio para
describir todas las cosas que pueden ser nombradas. De acuerdo a este
principio, x es idéntica a y si poseen las
mismas propiedades. Será lógicamente posible que las dos cosas posean las
mismas propiedades. Incluso el menciona que el hecho de que esto no ocurra es
algo accidental del mundo y estas no deben ser admitidas en la estructura de la
lógica. En la práctica se necesita la identidad de las cosas para conocerlas,
pero en la lógica no es necesario porque no requiere una descripción de las
propiedades, sólo el conocimiento de los nombres y de las funciones de verdad.
Esta exclusión de identidad permite excluir un método de lenguaje en la
totalidad de los hechos, los objetos y las figuras del mundo. La palabra hecho,
objeto o figura se vuelven pseudoconceptos, es como no decir nada. Por
consiguiente se pierde la lógica de muchas proposiciones que llegan ahora a no
tener sentido. Todo esto es fundamental en el entendimiento lógico del mundo de
Wittgenstein, ya que, como él dice, es imposible decir algo sobre el mundo como
un todo, cualquier cosa que quiera decirse debe y puede ser sólo de partes de
éste.
Para poder entender el
mundo en su totalidad, por lo tanto, deberíamos de salir del mundo. En el
momento en el que el mundo deja de ser el mundo para nosotros, tendríamos la
capacidad de verlo como un todo. Para nosotros, el mundo no puede tener límites
ya que no hay nada fuera de él. El campo visual no tiene límites para nosotros,
ya que no podemos ver nada fuera de él. En nuestro mundo lógico no hay límites
lógicos, ya que nuestra lógica no conoce nada fuera de ella.
Estas consideraciones lo
llevan a hablar de la capacidad de entender a dios o a un ser superior que
vigilase nuestro mundo. Al estar fuera del mundo o tener partes de él fuera de
nuestro mundo, es imposible llegar a pensarlo de manera lógica. Lo único que
puede existir para nosotros es lo que está en nuestros límites lógicos. Esta
discusión sobre el solipsismo es muy interesante ya que cambia las concepciones
religiosas del mundo. Dios deja de tener sentido en el momento en el que se
encuentra fuera de nuestra capacidad lógica. Pero esto no implica que no
creamos en dios, simplemente se dice que lógicamente, dentro de este mundo,
dios no tiene sentido lógico; es un sinsentido. En lógica, por consiguiente,
podemos decir: en el mundo hay esto o lo otro, pero no lo del más allá. Lo que
no se puede pensar, no se puede pensar; lo que no se puede pensar, tampoco se
puede decir.
Aquí, el autor, utiliza una
forma que me parece muy interesante para defender esta tesis. Entre los
posibles grupos de condiciones de verdad, hay dos casos extremos. Uno es en el
que todas las posibilidades de verdad de las proposiciones elementales son
verdaderas, una tautología. En el otro caso extremo todas las posibilidades de
verdad de las proposiciones elementales son falsas, una contradicción. La
proposición muestra lo que dice, la tautología y la contradicción no dicen
nada. La tautología no tiene condiciones de verdad porque siempre es verdad y
la contradicción no tiene condiciones de verdad porque siempre es falsa. En
este sentido la tautología y la contradicción carecen de sentido. No son
sinsentidos estrictos ya que pertenecen al mundo simbólico de la lógica, así
como el 0 pertenece al mundo numérico pero encontrarlo no nos dice nada de los
números adyacentes, tampoco encontrarlas nos dice nada del sentido de una
proposición, no son figuras de la realidad. La tautología deja a la realidad todo
el espacio lógico infinito, la contradicción no deja a la realidad ningún
punto. Ninguna puede, por lo tanto, determinar de ninguna forma la realidad. La
verdad de la tautología es cierta, la de las proposiciones posible, la de las
contradicciones imposible. Las tautologías y las contradicciones nos pueden
llevar a los límites del mundo, donde nada o todo existe. Donde la lógica ya no
tiene sentido.
Wittgenstein introduce otro
argumento esencial dentro de su tesis. El problema es cuando una proposición pareciera
estar dentro de la otra. Cuando, por ejemplo, decimos: <a cree p>; p pareciera
estar en relación con a, pero esto es sólo de una forma
superficial. Cuando se hace el análisis más a fondo, se puede notar que las
proposiciones como <a cree p>, <a piensa p>
y <a dice p> realmente dicen que una parte
de a piensa, cree o dice a, es decir, es una
proposición redundante que explica nuevamente lo que las proposiciones atómicas
nos decían. Las proposiciones atómicas no son parte de otras proposiciones
atómicas, sólo parece que lo son si no se analizan correctamente.
Esta tesis, poniéndose en
perspectiva, cobra mucho más sentido. El problema que trata es el problema de
la forma lógica de la fe, de la creencia y de la suposición de las cosas que
puedan suceder. Cuando una persona cree en algo lo que realmente está
sucediendo es que esa persona está creyendo en algo que es ella misma. Si
identificamos en el ejemplo anterior que a es Sócrates y
que p es dios, cuando decimos que a cree p <Sócrates
cree dios> realmente estamos diciendo que <a cree a>,
<Sócrates cree Sócrates>. Esto sucede con muchos otros fenómenos mentales
que no tienen que ver con la religión, incluso la ciencia puede entrar en la
mismo proceso mental. Lo interesante es que Wittgenstein, nuevamente, no
intenta considerar la consistencia de lo que la gente cree o decir si está bien
o no que la gente crea en cosas, sino que para la lógica, esto no tiene
importancia. En psicología, sí sería interesante analizar esta tesis sobre lo
que precede a la acción de creer, pensar o decir, pero en lógica sólo interesa
la sintaxis y el sentido que se le dé a la proposición y ésta, en sentido
lógico, es nuevamente un sinsentido. El punto esencial es que en el acto de
pensar, creer, desear, dudar, etc., es lógicamente fundamental la relación que
existe entre la proposición considerada como hecho, dios es algo que se cree, y
el hecho que la hace verdadera o falsa, que esto acaece en la realidad.
Algo interesante que se
puede discutir acerca de este escrito es que Wittgenstein trata de convencernos
de que muchas cosas no tienen caso decirlas a pesar de que él parece tener
mucho que decir. Incluso él dice que cualquier cosa que se haga dentro de la
filosofía carece de significado, pero, aun así, el describe muchas tesis que
acaecen a la filosofía como si esto tuviera un significado más allá para él. La
ética, la religión e incluso algunos conceptos de ciencias, sobretodo las que
acaecen a la inferencia y a la causalidad, quedarían restringidas en la mística
y en lo impensable. En su defensa se podría decir que lo místico puede decirse,
pero no mostrarse, pero en lo personal no me convence y me deja con una
sensación de inconformidad. En lo que sí concuerdo es que los hechos en el
mundo son del mundo, los hechos pertenecen sólo al problema no a la solución.
Para una pregunta que no se puede expresar, entonces no puede existir pregunta
alguna, si se puede plantear una cuestión, entonces también se debería de poder
responder. No existen los enigmas dentro de la lógica. El escepticismo no es
irrefutable, sino sin sentido ya que no se puede dudar donde no se puede
plantear una pregunta. Pues sólo se puede decir algo cuando hay una respuesta
de una pregunta que se pudo plantear en la realidad y en la lógica del mundo.
De esta forma, y de una
manera casi poética Wittgenstein concluye diciendo que: “El verdadero método de
la filosofía sería propiamente este: no decir nada, sino aquello que se puede
decir; es decir las proposiciones de la ciencia natural- algo, pues, que no
tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo
de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos
en sus proposiciones. Este método (...) sería el único estrictamente correcto”.
Y termina, de una forma sublime, diciendo que: “De lo que no se puede hablar,
mejor es callarse”.
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